domingo, 13 de septiembre de 2015

Asomarme a ti.








El dolor se escribe, se canta y otras muchas veces se baila de rabia, temor, sufrimiento y asqueo.
El dolor te extermina. También te ayuda a seguir viviendo, pero sin luz.

Yo dejo que la luz se instale y ahogue el mundo de sombras que algunas veces subyace dentro de mi. Dejo que los rincones de mi interior se mezclen con esa opacidad de un mundo lleno de humo y velas,  temor y confusión. No se si la belleza es también nido de esta tristeza inocua, o simplemente un vacío lleno de ausencia. Quizás todo es consecuencia del mentiroso verano que alimenta de bonitos atardeceres la idea de que la vida es simple, delicada, plácida y hermosa.

Quizas tengan razón los que sugieren que hay muchos tormentos rondando por las llanuras de la imaginación. O que convertir en ideas las miles de ingeniosas fantasías que pueblan los espacios inertes de la nostalgia no es mas que un mecanismo de defensa inútil con consecuencias fatales en un otoño que asoma cubierto de hojas muertas y semillas baldías.

La espera existe. La esperanza siempre sonríe, lejana y singular se adueña de los momentos donde soy incapaz de levantar esa mirada especial que el recuerdo olvida y la nostalgia disipa en los días mas lúgubres del final del verano.


Sobra decir que antaño las voces se duplicaban y que hoy apenas son inteligibles. Será porque las manos que rozaban esos susurros ya no están contaminadas, ya no encuentran el espacio donde echar raíces y crecer con la paciencia que necesitan las obras maestras.


Montones de palabras que no son mas que respuestas a las preguntas que ya no hacen falta. A los ecos que ya no necesito escuchar. Frases oblicuas, desordenadas, que acumularé en el pretérito cajón de la inocencia, en el subordinado limite que me produce el recuerdo de tu imagen venido a menos.


Excusa decir que afortunadamente el olvido es como el amor: no es algo que uno decida, sino algo que sucede. Y yo estoy en ese feliz proceso. En ese lugar desde donde asomarme a ti es cada vez más extraño e indoloro.

 Aunque sería un suicidio no explorar la memoria del dolor y aprender de ella por mas afilada y cortante que parezca. Hay que descubrir porque la mente desaprende el amor en busca de un clandestino dolor que se fragua sin mas...

Serán las puertas del otoño las que me hacen estar así. No me atrevo a decir triste, melancólico o fugazmente feliz. Solo se que nado en mares pequeños queriendo abarcar océanos de olas gigantes. Coger esas olas entonces  y sentir, como erguido encima de la tabla de la vida, se hace el silencio mientras descubro que el mar lo es todo y yo ya no soy nada.