Sé
que es mentira.
Sé que ellos lo saben.
Yo no tuve ningún lio con una actriz
porno durante el rodaje de aquel vídeo. Ni siquiera nos miramos con esa
intención biunívoca que tienen los ojos cuando se trata de no hablar para decírtelo
todo.
Pero no, ni siquiera nuestras mentes se leyeron por un momento la escena
final de aquella canción, la receta con la que uno se acuesta, repasa el día de
principio a fin para terminar pensándose
a si mismo en un ejercicio fugaz , pero real, hasta que el sueño le vence.
Nunca
pensé sobre ellos. Nunca consideré esas fantasías
como una simple posibilidad. Nunca en mi vida deshice una maleta llena de
sueños por una apariencia o una falsa sensación:
en esos momentos todas fueron reales, podía tocarlas, supe respirarlas, sentí
que estaban cerca, abrazando la implacable probabilidad de hacerlas realidad.
Pero
en ese momento no. Nada me hacía pensar en eso. No tuve la mas mínima duda de
que todo era un anhelo mas dentro de esa habitación llena de sueños que es mi
cabeza.
Por
eso ahora cuando cierro los ojos soy capaz de verla saboreando las palabras de
ese libro de angustia y amor que rozaba sus manos. Y me dejo llevar, me paro a divagar entre nube, espacio azul y mas
nubes siendo capaz de sentir esa presencia aquí mismo, ese olor con firma de
autor que solo a ella pertenece. Una imagen limpia que hace que tu mente se
ensucie y provoque un estallido de lujuriosa pasión, hasta que el cargado
ambiente de la calle distrae tu reposado
pensamiento despertando de tan apacible
mentira.
Es ahora, cuando me pongo serenamente a sentir despacio los
recuerdos que jamás viví a su lado, que soy capaz de retorcer a la desordenada
rutina que siempre la comprende, entiende e idolatra. Si provoco que una sonrisa se
dibuje en el aire que su pelo agita, soy capaz de atormentar a este ejercito
de sombras que conviven con mis fantasmas en noches de hastío y mentirosos celos. Y este amor tramposo se abraza a mi por compañía.
Porque
se que ella nunca estuvo en mi cama, ni
siquiera esas veces que tan despacio la pensaba y desmenuzaba pedazo a pedazo. Y
es ahora, al final, que me doy cuenta de
que no la encuentro, ni su cara es mi recuerdo, ni su cuerpo es ya el de esa actriz solitaria en un lecho vendido al diablo
de las utopías.
Puede que fuera otra la que tomara
mi cama al ritmo de estrofas repletas
que duermen la vida.
Puede que alguien
se perdiera en la noche como esos espíritus
cautivos que vigilan las páginas de los libros dormidos de amor en la balanza del
olvido.
Puede
que al final sea yo el que siempre se
obligue a recordar que ella no fue quien asalto el vacío de mi casa. Que ni siquiera
se quedó a escuchar el rumor de las sabanas enredadas en las piernas, esas
piernas, nuestras piernas…. de mi habitación. Mientras los versos se convertían en besos, y
los espacios se acortaban la falda poco a poco hasta que todo se viera
sin más tapujos que un amor mas en el
borde del inocente colchón que a tantas
almas decapitó por amor.
Pero llega un momento en el que
ya no me atrevo a decir que sea mentira. Ni siquiera me atrevo a decir que eso
que tus ojos piensan y seducen al ritmo histriónico de la pasión de las
palabras no sea como dices.
Vivo
esta irrealidad como algo natural, como si pudiera tocarla. La enfermedad
enciende su llama con la chispa de las palabras, con los seductores pensamientos
que han construido esta vida paralela.
Y me gusta pensar que me creas capaz de
hacerlo contigo, y con ella, y con ella… y también con ella, porque no.
Me
siento en la silla que la astuta melancolía guarda para mi cada noche. Escucho
canciones de Bob Dylan mientras sobrevivo al espacio de tus labios abrazando
los míos, mientras siento que la única mentira que soy capaz de contar es que
no te tengo y sin embargo el bar esta en silencio y mi casa, quinientos metros mas allá, también está sola.
Pero
mi cabeza te piensa y retiene como si fuera verdad que has venido a verme y que
vencida por la pendiente de ese barranco de dudas que tanto sofoca este
principio de verano, has decidido sopesar la posibilidad de entrar de puntillas
en este sueño con la posibilidad de que todo sea mentira y sin embargo tocar el
cielo de mis manos mientras recorren la verdad de tu cuerpo.