lunes, 16 de enero de 2017

Escribo y tu callas.











 
 
Yo escribo y tu callas.

 Así me parece que la vida sigue. Así, a veces pienso que el mundo se acaba, que todo termina, que esta carretera finaliza en un abismo lleno de nombres derramándose por una atmósfera rota de luces tenues que se vuelven frías y distantes cuando dejan de sonar los ecos de estos últimos días.

Escribo y tu callas. Siempre callas. O quizás es que he dejado de mirarte cuando hablas y así a veces sueño que los días son efímeros golpes de realidad y profundos sobresaltos donde envolvernos en papel de regalo para mostrar sorpresa ante la evidencia de ser nosotros otra vez, de nuevo.

Escribo. Callas. Me sorprende de repente un paisaje de soledad donde sólo estas tu. Pero callas. Y los rostros no se vuelven, no caminan, no entienden de esos sucios lugares desde donde te tumbas a mirar la vida, a soñar un amor que te causa heridas, que te deja moratones, que no entiende de caricias sonámbulas a media noche. Callas porque las palabras se están ahogando dentro de ti.  Yo escribo mientras las palabras se borran brotando entre tus heridas.

Callas mientras yo escribo. No creo que mis letras se llenen de tu vacío, de esos inquietos espacios desde donde me asomo a esculpirte desde cero. Arena y barro, mármol y sangre encogida por el sacrificio de olvidarte. Agua con sal brotando de unas mejillas prohibidas. Frio. Espacios llenos de nada donde esconder a los últimos ahogados, los que callan, los que dejaron de hablar, los que rompieron las reglas y nublaron sus ojos con  estatuas esculpidas por los restos de tu nombre. 

No creo en las  frases que se agolpan a la entrada de tu corazón como si quisieran ahogarse en los motivos de estos días sin mas. 

Escribo, me pronuncio con un acento sesgado de esas tierras bajas desde donde grito     ¡ que le jodan al mundo! que diría JuanchoM, y sin embargo letra sobre letra provocamos más y más silencios.

Callas y describo cierta obsesión que cautiva esas noches donde nada se hace más grande que una copa y ciertos excesos desde donde poder acostumbrarme a esto. Las palabras funcionan si se falsean, si se dejan ver por ese orificio desde donde fabricamos los miedos y contravenimos las normas para terminar donde queremos.

Dejarlo todo y volver a empezar mientras callas.
Como cada 1 de enero. Cambiar y empezar aunque parezca que todo sigue igual.

Callar para escribir y empezar a dictar cada pedazo de todo lo que no termina por salir. Letras que atardecen y ciegan con su luz cada frase de este torcido final donde nos fumamos con formas y colores la vida, de este sonido oscuro que no se termina de definir.

Podríamos volver sin querer pero cada renglón de este guion esta roto, vencido, venido a menos. Cada escena se multiplica y difunde en un vacío tardío desde donde no hay mas sabor que un sueño caído . 

Yo escribo y como un lamento, tu callas.