Tuve la
tentación de huir, de volver. Ese camino al que llamamos escape, abandono, fuga
y que tan presente esta en cada una de nuestras vidas. Y sí, tuve la tentación
de hacerlo, como cuando cogíamos el coche sin rumbo y distraíamos la tristeza a
golpe de kilómetros. Como esos días en los que la noche no significaba que
tuviéramos que dormir, o el amanecer no era sinónimo de tener que
despertar.
Simplemente
tuve esa tentación, como tantas veces tengo otras. Pero esta vez era una
sensación de escapar en dirección a ninguna parte. La libertad de no estar en
ningún lugar. El sorprendente oficio de resistirme a vivir sin apenas
esfuerzo.
Y mirar de
vez en cuando por el retrovisor y saberme lejos. Kilómetros de angustia
recorrida sin ese afán por recordar, sin más motivos que dejarlos atrás.
Si no me
hubieras escrito ese wassup lo habría conseguido. Pero mis ojos brillaron y tus
símbolos en mi pantalla me hicieron replantearme la huida. Hacia tan solo un
minuto que el mundo no existía, nada ni nadie había a mi alrededor. Hacía tan
solo unos segundos que el tiempo se había detenido y elegí mi marcha hacia
adelante sin emociones, sin sentir que algo especial tuviera que ocurrir. Sin más
motivos que mi coche y yo.
Pero tu lo
cambias todo. Apenas dos emoticonos con unos ojitos tristes para que me
replantease la vida, para que mis impulsos se agacharan y se volvieran a sentar
una vez mas en el sillón de las dudas.
Y así,
minutos de confusión. Anhelos de un pasado lejano, que al igual que no te deja
vivir, de repente te da lo que necesitas para continuar. Y los sueños que se
agolpan uno detrás de otro pidiendo ser tenidos en cuenta. Y todo que se vuelve
del color de la luz. Y todo se ilumina cuando me detengo a pensarte.
La vida se
vuelve a divertir con mis pensamientos y una sonrisa se distrae entre mis
labios mientras tomo la siguiente salida en dirección a tu casa.
Subo sin
pensar las escaleras: el ascensor tarda demasiado para la impaciencia acumulada
que recorre mi cuerpo tembloroso.
La puerta
esta entreabierta. Lucas está jugando en el salón. Enseguida corre hacia mí y
me da un fuerte abrazo. Me enseña tu móvil. Lo olvidaste en casa al salir hacia
la oficina esta mañana.
La mirada se
distrae en una vieja foto.
Vuelvo a
casa. Don't Give up suena en la radio.
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